martes, 23 de junio de 2020

FIN DE CURSO

Hoy es el último día de cole y hemos hecho un Zoom para despedirnos, pero no estaban todos los compañeros y no había patatas ni ganchitos. Ha sido raro.

Las vacaciones este año también son un poco raras: a mí no me hacen mucha ilusión. A mamá le deprimen, como siempre, porque dice que perdemos rutinas. Las rutinas son algo bueno para los niños. Perder las rutinas es lo peor que nos puede pasar, peor que romperte una pierna. Para los mayores, no; son agujeros profundos donde te pasan cosas malas. Mamá hace lo posible por no caer en una rutina de esas, que deben de estar por algún lugar de la casa, ocultas, esperando a que mamá tropiece y caiga. Por eso, para evitarlas, mamá procura pasar aquí el menor tiempo posible. A la yaya le pasa lo mismo, pero ella no tiene miedo a los agujeros, sino a que se le caiga la casa encima. "Me voy, que se me cae la casa encima", dice siempre. Y yo no entiendo por qué no salimos todos detrás de ella. Yo creo que deberíamos llamar al tío Luis, que es arquitecto, o cambiar de casa.

Al principio el coronavirus sí me daba un poco de miedo. Pero cuando salgo de casa me pongo una mascarilla con un unicornio.

Así el coronavirus no se atreve ni a acercarse.




miércoles, 10 de julio de 2019

EL TONO ES FUNDAMENTAL

La maestra dice que la vida es como una novela. Y que en las novelas el tono es fundamental.
- Peroooo, ¿el tono no es algo de Música?
- Claro que sí. De las novelas también. Y de la vida. Hay personas que le dan a la vida un tono alegre y otras que le dan un tono triste - aclaró la maestra.
También nos ha contado que la vida es una novela muy larga con capítulos alegres y tristes. Y que el tono lo cambia todo. Que puede convertir nuestra vida en un sueño o en una pesadilla.

Cuando he llegado a casa, me he metido en el cuarto de Bea, lo he cogido y lo he envuelto en papel reciclado. Luego he escrito para mamá y lo he dejado sobre la mesilla de su habitación.

- Cariño, gracias por el regalo... pero, ¿para qué necesito yo un diapasón? La música de la familia es tu hermana Bea, no yo- me ha dicho mamá mientras me ha acariciaba la barbilla.
- Es para que te afines el tono, mamá. Que eres una dramática y si no cambias el tono tu vida será una pesadilla.

Mamá se ha puesto muy nerviosa y me ha gritado que me deje de tonterías y que devuelva el diapasón a Bea, que a veces tengo unas cosas que no parezco ni normal. 

A papá le ha dado la risa. Papá no necesita diapasón porque sí que sabe dar a la vida un tono alegre. ¡Normal! Siempre se le ha dado mejor la música a él que a mamá.

LLORAR

A Bea le da miedo lo que no entiende: los aviones, el cielo, el infierno y los mapas. Cuando Bea tiene miedo, se pone nerviosa y llora. Mamá odia a la gente que llora. Dice que son débiles. Yo creo que no, que tienen tanta fuerza dentro que tienen que llorar para no explotar. Mamá preferiría que Bea explotara, creo. Sobre todo si hay más gente. Cuando Bea tiene miedo, mamá le aprieta mucho el brazo. Debe de ser para que le duela y así llorar con razón. Mamá aprieta con muchas ganas porque también tiene mucha fuerza dentro, pero ella no llora nunca.

A mí solo me da miedo una cosa: que por no llorar, un día mamá explote.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Identidad

Una vez leí que los demás son espejos y que nuestra identidad se construye con la imagen que esos espejos nos devuelven. Sería de una candidez casi molesta creer que esas imágenes no están cimentadas en emociones impredecibles fundidas en un magma pastoso y caliente. 
Ayer uno de esos espejos saltó en pedazos y me limité a observar cómo iban cayendo al suelo pequeños trozos de mi propia imagen envueltos en una sustancia viscosa e incandescente. 

Ayer, por un momento, dejé de saber quién era y rompí mi propio espejo para que nadie se mirara en él. Más tarde vino a verme Alba, el espejo más limpio que conozco, me recordó quién era y volvió a salvarme la vida.

SALVAR LA VIDA

Hoy he comido muy deprisa. Tan deprisa, tan deprisa, tan deprisa, que se me han ido los garbanzos por el otro lado y mamá ha vuelto a decir en medio de mis toses que no sabe de qué le sirve gastarse el dinero en colegios privados. Mamá, que como todos sabéis hace mucho que no va al cole, no se acuerda de que en los colegios no te enseñan a comer garbanzos deprisa, sino otras cosas mucho más importantes como partir palabras en sílabas, saber cómo viven los ornitorrincos o resolver problemas de personas que reparten caramelos entre sus hijos, pero siempre les sobran o les faltan (que no entiendo yo muy bien eso, porque es raro no comprar los caramelos justos si ya sabes cuántos hijos tienes). Yo creo que si la maestra nos enseñara a comer garbanzos deprisa, en el fondo, en el fondo, mamá se enfadaría. Pero mamá, como dice papá, es contradictoria y le gusta pensar cosas distintas cada vez. Así ni se aburre ella, ni nos aburrimos nosotros.

Total, que he comido muy deprisa, he salido de casa muy deprisa y he subido las escaleras al ático de la vecina corriendo, haciendo ruido con los zapatos como papá con las teclas del ordenador. En un pispás he llegado hasta la puerta y he llamado cinco veces seguidas.

- Alba, corazón, ¿ocurre algo? ¿ya has comido?
- ¿Por qué estás triste?

La vecina se ha quedado un momento callada y me ha mirado a los ojos.

- ¿Cómo sabes que estoy triste?
- Porque antes te he visto en el portal y me has mirado como si no te pusieras contenta de verme. Y sé que eso es imposible.

Luego he pasado a su casa, me he sentado en el sofá y le he pedido un batido de chocolate. Ella ha tardado un poco en reaccionar, ha cerrado la puerta y no ha dejado de mirarme todo el tiempo, y hemos estado así, calladas, hasta que, de repente, ha empezado a reírse a carcajadas.

¡Y otra vez se me ha ido el batido por el otro lado! A lo mejor mamá tiene razón y en el cole deberían enseñar más a comer y a beber deprisa y riéndose y menos sílabas, divisiones y ornitorrincos.

Yo creo que deberían enseñar sobre todo, sobre todo, cosas que te salvaran la vida.




viernes, 29 de agosto de 2014

GENEROSIDAD

Mamá tiene una amiga que es generosa. Generosa quiere decir que cuando le das algo a alguien no echas cuentas. Mamá, en cambio, no es generosa. A veces da, pero siempre te recuerda que tienes que darle algo a cambio.

- Toma, cariño, veinte euros para que invites a Almudena al cine.
- Pero si yo nunca hablo con ella, es una pija y me cae mal.
- ¿Te doy veinte euros y me respondes así? Entre todos me vais a quitar la vida.

La amiga de mamá siempre le daba a mamá todo lo que necesitaba. Si tenía que ir al médico, la acompañaba. Si ponía a parir a papá, la escuchaba. Y le regalaba cosas hasta cuando no era su cumpleaños. Mamá tragaba toda esa generosidad como una aspiradora gigante.

Un día vi cómo la amiga de mamá se volvió triste.

- Es que es un poco depresiva - me explicó mamá.

Esa tarde subí a la buardilla a ver a la vecina, que tomaba un té con la amiga de Visnú.

- Yo pensaba que las personas generosas nunca estaban tristes. La maestra explicó una vez que las personas más generosas siempre estaban llenas.
- Bueno, Alba, guapa... Eso es así... a no ser que se encuentren con gente muy vacía. Entonces otra persona generosa tiene que restablecer el equilibrio y llenarlas de nuevo.

Así que el otro día, cuando la amiga de mamá vino a cuidarme porque mamá iba a pilates, le regalé un dibujo que hice de una caja llena de caramelos, soles y corazones.

- Mamá está vacía, pero yo no. Así que ya te iré rellenando de vez en cuando - le dije guiñándole un ojo.

Ella me dio un achuchón enorme y es raro pero creo que las dos nos quedamos más llenas.

martes, 8 de julio de 2014

TROZOS DE VACACIONES

No escribo mucho porque tengo vacaciones y mamá dice que no puedo estar todo el día con el ordenador, que si es para el cole, sí; pero si es para jugar, no, porque es malo para mi cerebro. Se ve que tenemos un cerebro muy listo que sabe cuándo es jugar y cuándo no y se estropea más rápidamente cuando juega. Por eso los mayores no juegan nunca más hasta que se jubilan, que entonces les queda poco para morirse y que el cerebro se estropee ya no es tan importante. Por eso a todos los jubilados les gustan las cartas, la petanca y el bingo y aunque juegan no los llaman ludópatas. (Ludópatas son los mayores que juegan todo el rato, como los niños, pero que de mayor es una enfermedad, porque los mayores no saben jugar si no es con dinero. Es raro, pero es así.) 

Mamá está disgustada con la maestra, que dice que es hippy porque nos ha dicho que no hagamos deberes y que leamos lo que queramos, lo que nos guste. Mamá dice que las maestras hippies deberían dar clase en los colegios públicos, no en los concertados, donde se exige un nivel. Yo ya le he explicado a mamá que las clases son iguales, que los libros son iguales y que los niveles son 1º de Primaria, 2º de Primaria, 3º de Primaria... igual, vamos, pero mamá dice que yo no entiendo nada porque soy pequeña, que es lo que dice mamá cuando no quiere aprender, que es muchas veces porque hace tanto que no tiene maestra que ha perdido la costumbre.

Mamá quiere que me aprenda los pronombres a tonos para que adelante materia para el año que viene. Eso de los pronombres a tonos no lo entiendo, porque yo los veo igual, en letra negra y alguna vez roja. Sólo veo colorines cuando miro todo el rato sin pestañear, pero me duele la cabeza y tengo que parar porque me mareo. Yo creo que el libro está mal y debería devolverlo para que se lo cambien por otro con pronombres a tonos de verdad.

Papá me ha prometido que cuando me aprenda los pronombres a tonos (para que tu madre nos deje en paz) me va a comprar un libro que me guste. Y resulta que mamá, que es contradictoria (que es una palabra que repite mucho mi padre), porque puede decir una cosa y lo contrario y a callar todos, primero quiere que me aprenda los pronombres a tonos y luego no quiere que me compre un libro con dibujos y colores, que dice que son de pequeños y con eso no maduro. Pero papá me ha guiñado un ojo y me ha prometido que me va a llevar a la librería para que escoja el que yo quiera, pero que por favor no haga rabiar a mamá y que me aprenda de una vez los p... (eso no puedo escribirlo que me reñirán) pronombres a tonos antes de que toda la familia acabe en el psiquiátrico.

- Papá, ¿los psiquiátricos los pintan de colores?
- De colores pastel, que son relajantes, Alba.

Mamá se va a poner contenta porque ya me sé los pronombres a tonos.
Me: primera persona del singular, en rosa palo.
Te: segunda persona del singular, en azul celeste.

Yo también he escogido colores relajantes y espero acertar con los tonos, porque desde luego, el libro que me ha dejado mamá para estudiar no me ha dado ninguna pista.